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Eva Solís

PREVENCIÓN ES LA DIFERENCIA ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE


Por EVA SOLÍS

Con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, que se conmemora el 19 de octubre de cada año, tres mujeres decidieron dar a conocer su testimonio y cómo viven su día a día para vencer a esta enfermedad, con la esperanza de recuperar su salud.

Ellas aceptaron esta entrevista para crear consciencia en las mujeres acerca de la importancia de realizarse sus exámenes anuales, como la Mastografía y el Papanicolau, porque la prevención marca la diferencia entre la vida y la muerte.

Integrantes del Grupo de Apoyo Adelante Tijuana B.C., A.C. consideran que pertenecer a esta asociación les ha ayudado a ser solidarias, a entender los procesos por los que están pasando, a convivir con otras mujeres que están sufriendo la misma enfermedad y sobre todo a darse ánimo y a sonreír.

Ellas han tenido la fortuna de recibir el apoyo de sus esposos y sus familias y este respaldo ha hecho posible sobrellevar la enfermedad, porque han recibido el amor de sus seres queridos.

Coinciden en que el cáncer las ha hecho más fuertes, a tener una actitud más positiva, a ser más espirituales y sobre todo a no bajar la guardia, porque siempre existe la esperanza de que van a recuperar su salud y “porque todos tenemos un propósito en esta vida”.

Todo empezó con una bolita

Para Marcia Fabiola Rojo Ruelas, quien tiene 43 años de edad y siete años con este padecimiento, todo empezó cuando se estaba bañando y se sintió una bolita en el pezón del seno izquierdo. Como ella había estado tomando hormonas para poderse embarazar, pensó que esto era consecuencia del tratamiento que le había dado la ginecóloga.


Inicialmente, el diagnóstico con el ultrasonido fue que era una infección, a pesar de que ya se le hundía el pezón, por lo que la enviaron con el radiólogo para otro estudio. Después la revisó el oncólogo, quien le dijo que tenía un tumor de casi 7 centímetros, y le hicieron una biopsia, confirmando que se trataba de un cáncer.

Marcia Rojo recuerda que ella le dijo a su esposo que no se quería morir. “Esa noche mi esposo no durmió y yo me la pasé llorando”.

A Marcia primero tenían que darle quimioterapia para reducir el tumor y después realizarle una operación para extirparle el seno. Posteriormente, recibió 25 radiaciones durante 2016 para acabar con la enfermedad.

Después de la mastectomía, “mi esposo me decía: yo te quiero así, pequeña (así la llama de cariño), a mí no me importa”.

A mediados de 2018, recuerda, le regresó el cáncer pero ahora al esternón. “Me caí y como no tenía la prótesis, me pegué muy fuerte en el pecho, por lo que traía mucho dolor”. En esa ocasión le dieron seis quimioterapias y logró salir adelante.

En 2019, le volvió el cáncer, pero ahora lo hizo alrededor de los órganos internos. “Parecía que había una mosca y el doctor me dio sólo tres meses de vida”, comenta Rojo Ruelas.

El médico le recomendó a su esposo que se la llevara a Estados Unidos, porque aquí en México no había el medicamento que ella necesitaba.

Gracias al apoyo de Carmen Anzaldo y de Michell Sánchez, del Grupo de Apoyo Adelante Tijuana BC, A.C., y de Mujeres por Mujeres, respectivamente, Marcia Rojo logró recibir el tratamiento en EU, donde le dieron 4 quimioterapias y 10 radiaciones.

En el 2020, a Marcia le regresó el cáncer en el esternón y en la garganta. “No me importaba estar en el hospital con tal de que se me quitara el dolor que sentía”.

En el 2022, a Marcia le dio cáncer en el cerebro y le han dado radicaciones. “Nunca he parado de recibir quimioterapias desde hace siete años”, afirma.

“Estuve muy mal, pasé tres semanas sin comer y sólo tomaba puro líquido, incluso tuve hemorragia y la tos no se me ha quitado”, agrega Rojo Ruelas.



Un dolor muy fuerte

A Sonia Guadalupe Carrillo Castro, quien tiene 60 años de edad, la enfermedad se le manifestó con un dolor muy fuerte en el seno izquierdo en octubre de 2020, después de que se recuperara del Covid, y era tanta la molestia que no podía permitir que ni siquiera se lo tocaran.


Su mastografía anual estaba programada para marzo de 2021, pero su esposo le recomendó que de una vez se la hiciera y no esperara tanto tiempo, y después de realizarse este estudio, le dieron el diagnóstico de que tenía cáncer al detectar un nódulo espiculado, “como si fuera una estrella pequeña”, recuerda.

Con el resultado de la mamografía se fue al Seguro Social con la doctora de lo Familiar, quien fue a la Dirección por el médico y él le dijo que la iban a enviar directamente a la Clínica 7 del IMSS, donde el oncólogo le hizo una biopsia y en febrero le dieron los resultados.

“Recuerdo que cuando llegué a la cita, a pesar de que todavía había Covid, inmediatamente nos pasaron a mí y a otras mujeres con el doctor para que nos dieran el diagnóstico”, agrega Carrillo Castro.

La primera mujer que pasó se desmayó, la segunda se puso a gritar y a llorar y dice que ella ya sabía que el nódulo espiculado era cáncer, por lo que sólo le preguntó tranquila al doctor cuál era el siguiente paso.

“El oncólogo me dijo que necesitaban quitarme el seno porque el cáncer ya estaba en la etapa 3 e incluso me preguntó si había casos de esta enfermedad en la familia, recomendando que todas las mujeres de la familia se hicieran estudios porque antes de un año se iba a presentar otro caso”, añade Sonia Carrillo.

Aunque nunca había escuchado este comentario, Carrillo Castro recordó después que ocho meses antes de que ella se enfermara, una de sus primas había tenido cáncer.

Cuando el oncólogo le dijo a Sonia que después de la operación tenían que darle quimioterapia, fue entonces que ella comenzó a llorar. “Yo le tenía un horror a la quimio porque pensaba ¿cómo es posible?, voy a sufrir”.

A Sonia la operaron en marzo de 2021 para quitarle el seno y después le dieron seis quimioterapias, con lo que terminó el tratamiento en octubre de ese año. “El doctor me dijo que no me podía dar nada y que el cáncer me iba a volver”.

En marzo de 2022, a Sonia Carrillo le dio una embolia isquémica en la que “no podía hablar, tenía mucho cansancio y fue como si me quitaran el swicht, de repente todo quedó oscuro”, y desde esa fecha hasta julio de este año le han dado 26 “eventos cerebro vascular isquémicos”, que le han ocasionado problemas con el habla.

“Vine a esta entrevista con la esperanza de que alguien se entere de mi situación y me ayude a sanar, porque me la paso dormida y el doctor ya me dio de alta, pero yo me sigo sintiendo mal”, afirma Carrillo Castro.



Aparece una bolita

Hace 11 años, Alejandra Muro Espinoza recibió el diagnóstico de cáncer, después de haberse detectado una bolita en el seno derecho cuando se ponía crema en el cuerpo, y su principal preocupación era su hija de apenas tres años de edad, ya que en ese entonces era madre soltera.

Ella tuvo la ventaja de atenderse con médicos y estudios privados, lo que hizo más rápido el proceso para lograr identificar esta enfermedad.

“Cuando recibí el diagnóstico, fue la única vez que lloré porque me preocupaba mi hija, en marzo me detectaron el cáncer y el 15 de abril ya me estaban operando para quitarme el seno”.

El tratamiento, que duró cinco años, consistió en 8 quimioterapias y 35 radiaciones.

“En 2015 me casé y en el 2022 -después de 11 años de que me habían detectado el cáncer- me regresó en el mismo seno, luego de que me hiciera la mamografía”, comenta Muro Espinoza. “Afortunadamente me hice el examen en marzo de ese año porque si me la hubieran hecho en diciembre, como la tenía programada, no me hubieran detectado nada”.

Agrega que uno de los efectos secundarios del tratamiento contra el cáncer fue la aparición de un linfedema en su brazo derecho y actualmente está en terapia para recuperarse.





La prevención marca la diferencia

Durante todo este proceso, Marcia, Sonia y Alejandra coinciden en que las ha sostenido su fe en Dios; su amor por la vida y por su familia, así como el cariño y apoyo que han recibido de sus esposos, parientes y amigos.

Reconocen que esta enfermedad las ha hecho más fuertes, más espirituales, a amar más la vida, a tener una actitud positiva porque no les gusta quejarse, a reconocer que “todos tenemos un propósito en la vida” y que sólo de Dios depende que ellas sigan viviendo.

Están agradecidas con el Grupo de Apoyo Adelante Tijuana BC, A.C. porque están en continuo aprendizaje de cómo sanar, ya que todas las enfermedades están ligadas a los sentimientos, y reciben respaldo en distintas áreas, además de que al compartir sus experiencias con otras mujeres que están en la misma situación, las hace sentirse bien y tener ánimos.

Recomiendan realizarse los estudios anuales de mamografía y Papanicolau para detectar oportunamente la enfermedad, porque conocen de casos de cáncer en personas muy jóvenes y la prevención y detección oportunas hacen la diferencia entre la vida y la muerte.

Alejandra Muro comenta que “yo no voy a buscar qué hice o qué no hice para que me diera esta enfermedad, sino que trato de mantener una actitud positiva para salir adelante y he aprendido a amar la vida más de lo que ya la amaba.”

Y a pesar de que tienen días buenos y días malos, Marcia, Sonia y Alejandra afirman que tratan de mantener una actitud positiva y tener fuerza para salir adelante, pero sobre todo “nunca bajar la guardia”.


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