Este libro y mis libros anteriores se refieren al significado y valor de la vida” escribió Javier Prieto. Distintos autores, desde Séneca y Nietzsche, Sartre, y Foucault, por citar alguno, han reflexionado sobre búsqueda del sentido de la vida. El valor de la vida es un concepto individual y personal, acorde a la formación que ha dado la sociedad a cada individuo, está en relación a los sentimientos, emociones y, espiritualidad de cada sujeto. Todos los valores que la componen estuvieron presentes en la vida de Javier Prieto, el respeto al prójimo, la tolerancia, la bondad, la solidaridad, la amistad, la honestidad, la generosidad, pero sobre todo el impacto ético, social y político de la existencia frente a desafíos contemporáneos como la tecnologización de la vida, la crisis ambiental, la emergencia migratoria, la falta de equidad y la violencia, entre otros temas.
En un sistema que otorga valor a las personas por el dinero, posesiones o logros, él tuvo la racionalidad y moralidad que da la capacidad de obrar para el bien, no solo para sí mismo, sino también para los demás. En ese sentido se acercó a la filosofía antigua, donde el sentido de la vida no dependía de las circunstancias externas, sino del modo en que cada uno mira su propia vida. “La libertad radica en el carácter del individuo: «Todo hombre actúa según como él es», sentencia Schopenhauer.
.Encontramos en la primera parte del libro una reflexión sobre la función mediadora de la memoria. Una vida poblada de recuerdos del Ciudad de México, donde vivió su infancia y juventud. Su primera estación, su primer acercamiento al misterio de la vida. Las entradas y salidas a los trabajos, a la máquina del tiempo, a los fracasos y a los sueños.
Los Trayectos del Misterio, marcan viajes en cada estación de la vida. cada partida y cada llegada da la impresión de que lo hemos hecho antes, de que cada partida y llegada es la migración hacia un misterio que hay que descifrar: la migración a la búsqueda de nosotros mismo.
Estaciones de viajes que siempre son un sueño para partir al paraíso de la democracia, de la libertad, del no gozo con el poder que se detenta, del no desprecio a la dignidad de las personas - en particular a las mujeres- a no discriminaciones elitistas y raciales.
Javier Prieto Aceves comprendió que el mundo está lleno de dolor y sufrimiento y en ella personas que viven una vida carente de sentido. En La Vida Líquida, Zygmunt Bauman le recordó que la sociedad se basa en el individualismo que se ha convertido en algo temporal e inestable que carece de aspectos sólidos. Todo lo que tenemos es cambiante y con fecha de caducidad, en comparación con las estructuras fijas del pasado. Nuestras relaciones se tornan precarias, transitorias y volátiles. El amor, el trabajo y los valores no son para toda la vida, se han convertido en objeto de consumo y deshecho. Javier Prieto Aceves estuvo casado toda la vida con la misma persona, tuvo el mismo trabajo desde que salió de la universidad y opto por la docencia, es probable que conservara el reloj que les regaló su padre. Si bien La filosofía de vida, los valores y lo que se considera ético y moral ha cambiado radicalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, él mantuvo sus valores sólidos.
La sociedad líquida es un tiempo sin certezas, donde los hombres, se encuentran ahora con la obligación de ser libres asumiendo nuevos miedos y angustias existenciales, que el autor de “Los trayectos del misterio” , decidió al elegir su forma de vida, y con ella, su fe.
Javier rechazó la atracción de la sociedad del espectáculo, que es la cultura de la sociedad de consumo moderna que moldea nuestra percepción de la realidad. El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes. “La vida ya no se proyecta en el cielo, pero alberga en sí misma su rechazo absoluto, su engañoso paraíso” afirma Guy Debord en La Sociedad del espectáculo. Rechazó también un Dios a medida de nuestros deseos, de nuestras limitaciones. Rechazó un régimen antidemocrático que coopta y corrompe; rechazó condescender con todas las opiniones emitidas en Facebook; , rechazó a los intelectuales católicos que se avergüenzan de su fe, porque serlo es políticamente incorrecto, cada vez más, parece necesario renunciar a tener cierta conciencia ética para abrirse camino a nivel social y político. Rechazó las faltas de la iglesia, sus escándalos y su burocracia, pero se mantuvo fiel.
Javier Prieto Aceves entendió claramente el concepto flexibilidad que expresa Z. Bauman como “ no estar comprometido con nada para siempre, sino listo para cambiar la sintonía, la mente en cualquier momento que sea requerido”. Concepto que Richard Sennett confirma en su libro “La corrosión del carácter” – un libro hermoso y conmovedor- al expresar que en la sociedad occidental, en la que «somos lo que hacemos» , el trabajo siempre ha sido considerado un factor fundamental para la formación del carácter y la constitución de nuestra identidad, su corrosión afecta profundamente, al atacar las nociones de permanencia, confianza en los otros, integridad y compromiso. Javier no permitió tal corrosión y se mantuvo integro en su trabajo de docente universitario
La segunda parte del libro refiere a la interioridad revelada. Con una enfermedad terminal, plantea una analogía de su vida con El Apocalipsis, revelación de San Juan. El Apocalipsis es el último libro del Nuevo Testamento, es uno de los libros bíblicos menos leídos y conocidos, es también el más controversial, llamado también de las revelaciones; fue escrito por el discípulo más amado de Jesús, el que estuvo con él en la última cena, el primero en reconocer a Jesús resucitado sobre el Mar de Galilea. El objetivo de El Apocalipsis consiste en descubrir el sentido de la historia humana a partir de la muerte y resurrección de Cristo.
Los desafíos presentados por San Juan son muy parecidos a los que ahora encontramos, vivimos en una sociedad postcristiana, donde la elección de vivir la propia fe sin compromisos comporta un precio que hay que pagar, y a veces incluso a un precio muy alto. Estamos a la espera de un paradigma que vuelva a redefinir las condiciones y el estilo del coexistir social.
las visiones del Apocalipsis se sitúan sobre un plano espiritual, un camino de satisfacción y gozo que concluye con el advenimiento de la «ciudad de Dios». Al leerlo, Javier reconoce la irrupción divina a lo largo de su vida. Encontramos en su actitud la típica paradoja cristiana donde el sufrimiento nunca se nos manifiesta como la última palabra, sino como un momento de paso hacia la felicidad.
Javier siempre fue consciente de la complejidad de la vida, la toma de conciencia de ser pequeños elementos de un gran engranaje, por ello la necesidad de una analogía de su vida con el apocalipsis. No un poder destructor, no solo una vida nueva, sino, sobre todo, vivirla en un mundo nuevo. El libro manifiesta la batalla interior que le posibilitó conservar su propia identidad, iluminada y reforzada por la fe, una lectura para encontrar fortaleza en momentos difíciles. Ahí los siete sellos: La escena del primer sello describe la difusión del evangelio; El segundo sello describe las consecuencias de rechazar el evangelio, El tercer sello denota la ausencia del evangelio y la dependencia de las tradiciones humanas.
La tercera parte del libro es un murmullo de sensaciones y recuerdos que atraviesa la lectura del Genesis y el discernimiento espiritual. Una queda con la impresión de que quien escribe “Los trayectos del misterio” es un místico, pero un místico moderno. Un hombre que tiene los ojos abiertos hacia Dios. Un hombre que se interroga sobre sobre su propia existencia y sobre sus elecciones y ve el sepulcro también como un punto de partida.
La lectura del último libro de Javier Prieto Aceves, me condujo a reflexionar sobre mi práctica religiosa como católica , así como sobre la crisis moral de nuestra sociedad, en las palabras de Julian Assange: “Cada vez que observamos una injusticia y no actuamos, estamos entrenando nuestro carácter para ser pasivo y eventualmente perdemos la habilidad para defendernos a nosotros mismos y a aquellos que amamos”.
Quiero cerrar con una cita tomado de El Apocalipsis, que relaciono estrechamente con la lectura de “Los trayectos del Misterior”: Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.
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