VOLUNTARIADO:
UN SERVICIO INDISPENSABLE EN LA SOCIEDAD
El Papa Benedicto XVI, desde sus tiempos de profesor universitario, ya mencionaba la importancia del voluntariado para transformar las relaciones sociales. Hablaba sobre el generosos compromiso de trabajar por los más necesitados y darles asistencia y ayuda o subsidio para que ellos mismos, en la medida de que les es posible, superen sus problemas.
Divulgar estos pensamientos, puede servir como guía para quienes no saben que hacer con su tiempo. Y en el mejor de los casos puedan decidir incorporarse a nuestros Organismos No Gubernamentales. Un compromiso libre y amoroso por el bien común está siempre en el genuino trabajo voluntario. Significa ante todo, dice Benedicto XVI, una oportunidad para formar la personalidad y para insertarse en la vida social con una contribución activa y responsable.
Distingue el Papa diferentes motivaciones para insertarse en el voluntariado, a saber, 1. El simple deseo de hacer algo que tenga sentido y que sea útil y así abrir nuevos campos a la experiencia. 2. Los jóvenes voluntarios buscan, además, -y con razón- la alegría de las actividades gratificantes y una experiencia autentica de camaradería en actividades común que resulten plenas de sentido. 3. Pero con frecuencia las actividades del voluntariado van acompañadas de un amor efectivo al prójimo y así las personas se integran en una comunidad que sostiene al prójimo. Tal es la cultura del voluntariado considerada desde un punto de vista laico y que incluye a mujeres, hombres, jóvenes, viejos y niños.
Toda persona que es voluntaria, al trabajar por el bien común o lo que es lo mismo, por estructuras de vida mas justas que beneficien a todo lo que somos como humanos y al mayor numero posible de personas, es siempre, una manera efectiva de construir a la Patria. El voluntariado ha llegado a la convicción libremente comprendida y voluntariamente vigorosa de que el amor al prójimo no se puede delegar. Ni la política, ni los mejores empeños de los gobernantes pueden sustituir el amor al prójimo que siempre requiere de un compromiso personal voluntario que el Estado debería favorecer siempre, creando condiciones que promuevan el trabajo voluntario.
La ayuda autentica de los voluntarios mantiene siempre, por eso, una dimensión humana y no se despersonaliza. No es una labor de tapadores de agujeros en la red social, sino de personas que contribuyen a dar rostro humano (y también cristiano) a nuestra sociedad.
El voluntariado constituye un eco de la gratitud y nos lleva a trasmitir el amor recibido. Como dijo Duns Escoto en el Siglo XIV: “Dios quiere personas que amen con Él”. Visto así, el compromiso voluntario tiene que ver con la gracia. Los voluntarios al comprometerse gratuitamente y sin buscar nada a cambio, experimentan en si mismos y testimonian a los demás que la vida misma es un don inmerecido.
Los voluntarios son custodios y abogados de los derechos del Hombre y su dignidad. No se quedan mirando a los que sufren como el sacerdote y el levita de la parábola; sino que tienden la mano para socorrerlo. Rechazan una mística de los ojos cerrados y adoptan la mirada abierta al dolor del prójimo de la que es escuela la mirada misma de los ojos de Jesús que se da a si mismo totalmente.
En medio de las turbulencias del Siglo, el voluntario permanece firme en la certeza de que Dios es Padre y nos ama, aunque su silencio siga siendo incomprensible para nosotros.
Editorial publicado en el #165 septiembre 2012. En memoria del Lic. Javier Prieto Aceves, su autor.
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