Tirar el pan
Nos dice un artículo escrito en la revista electrónica www.solidaridad.net que “todo lo que se tira en hogares y restaurantes del Reino Unido y Estados Unidos da para alimentar a 1.500 millones de personas” y da la casualidad de que esa es la cifra de los más hambrientos en el mundo. Esos pobres tan pobres que están en la miseria alimentaria que disponen de menos de dos dólares diarios para satisfacer todas sus necesidades.
Si se trata de los miserables que aumentaron en cientos de millones por causa de la crisis de los años Nueve y Diez provocada por los especuladores mundiales con hipotecas. Agravada crisis por el tráfico de granos y los juegos de la bolsa en Chicago que empobrece y priva de la comida a los más hambrientos.
Agrega la revista citada que “Cuando el trabajo es un valor y la solidaridad que nace de él fuente de moralidad, las personas con vergüenza no tiran el pan. Es más, ha existido la costumbre de besarlo antes de dejarlo sobre la mesa si se caía involuntariamente: porque el pan es de Dios, y no lo es solo por sus connotaciones eucarísticas, sino como fruto del trabajo y un don que debe ser compartido con todos los hermanos, como rezamos en el Padre Nuestro. Tirarlo era y es una grave ofensa a los hambrientos, a los que primeros se les ha arrebatado el fruto de su trabajo, y después se les niega el puesto a la mesa que les corresponde en justicia.”
Hoy vemos cada día más en el mundo un sistema agrario que cada vez explota más a los agricultores que producen lo que comemos. Esto es preciso denunciarlo, gritarlo, echarlo en cara a los opulentos y a los políticos insensibles que se vuelven cómplices de esta explotación. Afortunadamente se nos ha hecho ver la miseria milenaria de nuestros rarámuris y de nuestras etnias duranguenses. De toda la región noreste del país sumida en una larga e inmensa sequía mientras en el sur se desbordan los ríos y sumen en la miseria a quienes damnifican los huracanes. Pero la limosna no va a bastar. Creo que ya ha llegado la hora de la justicia.
Lamentablemente en plena época de campañas políticas no oímos de ninguno de los candidatos ni de sus partidos las soluciones verdaderas en plataformas y promesas en que se diga el cómo, el cuándo y el con cuanto presupuesto, van a ponerle un remedio de fondo a la miseria de alrededor de 20 millones de mexicanos. ¡No repartan tortas, no corrompan con dádivas miserables! Nuestro país está sediento de justicia. No de spots demagógicos en que los artistas de la farándula actúen como declamadores de telenovelas.
En el caso del pueblo común, urge que nuestras agrupaciones no lucrativas tomen liderazgo contra el desperdicio. Stuar, investigador de la Universidad de Sussex en Inglaterra hace una investigación que puede ayudarnos contra esta miseria. Él mismo aprendió a vivir de las sobras de los supermercados y denuncia el derroche que se da en toda la cadena alimentaria en casi todos los países. Los hogares en Australia y en Estados Unidos tiran el 13 % de sus compras de alimentos y las fábricas bastante más. Lo que se tira y se desperdicia es escandaloso. ¿Cómo andaremos nosotros aquí en Baja California? ¿Cuándo inauguramos organizaciones que recojan las sobras de quienes somos ricos Epulones para ayudar a nuestros pobres Lázaros? Y más allá de lo que sacie el hambre en el hoy, ¿cómo progresa nuestra educación y nuestra economía para aumentar las fuentes de trabajo y de ingreso para todos?
Se vienen las elecciones ¿Las aprovecharemos para denunciar? ¿O sólo difundiremos los chismes del internet? ¿Nuestros precandidatos ya oficiales, continuarán comportándose como FRASCOS VACÍOS, según la afortunada frase de Jesús Silva-Herzog Márquez?
Editorial publicado en febrero del 2012. En memoria dl Lic. Javier Prieto Aceves, su autor.
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