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EDITORIAL OCTUBRE 2022

El Matrimonio bien vivido y los hijos



En todo matrimonio bien formado y vivido hay, cuando menos, este conjunto de relaciones que deben darse amorosa y responsablemente: 1.- entre los cónyuges y su Creador que los ama y acompaña siempre, 2.- Entre los cónyuges, 3.- entre el padre y los hijos y entre la madre y los hijos, 4.- entre los hermanos entre sí 4.- Las relaciones con la familia ampliada y 5.- con los demás miembros de la sociedad con quienes tratamos, sea en el trabajo, en la recreación, en la escuela y en las demás actividades de la vida social.


Como padres nuestra primera responsabilidad es dar el buen ejemplo a nuestros hijos. Y en esto el respeto y la armonía son esenciales, así como la unidad familiar. Debe ser la familia el primer lugar en el que se ha de dar el ejemplo de respeto y armonía familiar. Es fundamental que la unidad comience con papá y mamá.


Es preciso que la comunicación sea fluida y sin secretos. Por más crisis familiares que existan, porque no existe la familia perfecta entre nosotros, la comunicación debe darnos el apoyo, confidencia y respaldo que todo hijo necesita en las diversas etapas de su crecimiento. Una buena y amorosa comunicación es fruto del amor y permite superar cualquier momento de adversidad.


La verdadera unidad de las familias se debe contar siempre con muy estrechas relaciones entre padres e hijos Es importante que como familia estemos unidos, es decir, que tengamos una misma meta, un mismo proyecto de vida.


Las muestras de afecto y de confianza en nuestra vida diaria son fundamentales. Debemos hacer que nuestros hijos se sientan queridos y protegidos. Las expresiones y demostraciones de nuestro amor incluidos tanto en los actos pequeños como en los grandes, así como las palabras cariñosas y los actos de confianza deben ser cosas que diariamente se vivan al interior de la familia.


Cuando lleguen los conflictos con los hijos adolescentes, más allá de ahondar en lo que desató el problema, lo primordial es contar con una manera adecuada de solucionarlo. Hablar con nuestros hijos y superar esos conflictos con calma y de manera constructiva. El estar unidos nos provee de una protección, plantear asertivamente las experiencias vividas por nosotros, también. La Clásica pregunta de ¿no sería mejor tal vez probar si...?

No hay familia que no pase peligros y momentos difíciles, pero Dios no abandona ni la familia inicial representada por Adán y Eva ni a ninguna de las familias que también lo amen: Las acompaña siempre, aunque la fe de muchos se quiebre en una crisis.

Finalmente, el deseo de vivir siempre en la verdad y tratar de lograr ser siempre sinceros y claros con nuestros hijos, diciéndoles prudentemente y en forma adecuada a su edad, lo que pensamos y sentimos para que ellos, a su vez, se hagan capaces también de escuchar sin juzgar ni criticar.

En esta sección se reproduce une decálogo sea útil a los lectores, ¡búsquelo!: página #4


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