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Javier Prieto A.

EDITORIAL ENERO 2024

Discapacidad:

.-I-.

          



  En este número de Red Social de Tijuana nos ocupamos de las discapacidades y la conclusión es clarísima: La dignidad humana y la solidaridad de todos –de los gobiernos y de la sociedad– nos exige, absolutamente a todos, considerar a la persona con capacidades reducidas en algún aspecto, con toda la infinita dignidad que tiene su condición de personas. Nada de despreciar al que tiene la visión disminuida o al ciego. Tampoco al sordo o al mudo. Ni tampoco al sordomudo. Todos somos  humanos con igualdad en derechos humanos,  por el hecho de haber nacido. Esos humanos con distintas capacidades a las nuestras tienen el derecho a que todos nos preocupemos y nos ocupemos de ellos. Deben poder trabajar y descansar. No deben ser discriminados por su debilidad. Incluso los que tienen  el síndrome de Down; o algo tan diferente como la parálisis cerebral o alguna otra limitación en sus facultades e –incluso los locos–, tienen el derecho a nacer y a ser queridos por sus progenitores y por todos sus semejantes. Si ya han sido concebidos y están en proceso de nacer, por ese sólo hecho, tienen derecho a nacer y a ser objeto de amor por todos sus semejantes, sin que haya ningún pretexto para abortos o eugenesias. Ni darwinismo social que selecciona razas o clases, supuestamente puras; o seres pretendidamente modelos. Ni discriminación para ninguna persona, por limitada que se encuentre o que parezca ser por cualquier otra causa que se pretenda alegar.

-.II.-

            Pero en este principio de siglo y concretamente en este año nuevo, lo hipermoderno, (1) es la civilización de la muerte que está respaldada por las siguientes características en la forma de vivir y de pensar de tantos y tantos discapacitados para vivir humanamente:

1.- Va en declive de la noción de comunidad se favorece un individualismo extremo. Asistimos hoy a un individualismo fuerte, enfermizo y mortal para las relaciones humanas interpersonales que ya, no sólo al débil y amolado lo amuela más, sino que le quiere ver desaparecido, pues ni siquiera es mercancía ni cliente posible en la sociedad consumista que sólo reconoce ganancias económicas como motor de progreso. No es un invitado al banquete de la vida.

2.- Es el individualismo narcisista, en que la persona se desarrolla en círculos exclusivos, que van erradicando la responsabilidad social. Sólo se vive de cara a intereses poco éticos, frecuentemente, mezquinos. Las relaciones matrimoniales, familiares, cívicas, políticas y amistosas, en general, son efímeras se crearon para autodestruirse; y sí, muy pronto se acaban, no pueden durar. “Me relaciono contigo mientras pueda sacar provecho de ti”. No pienso en mi prójimo, su rostro es opaco para mí. Se vive una aterradora soledad.

3.- El aislamiento de esta época elimina al prójimo como tal. La otredad, o no existe, o es un concepto opaco o deformado. Se vive entre huraños. Puedo tener tres mil o más “amigos” en el Facebook, pero –por su número exagerado- no puede haber mayor trivialización del concepto de amistad que ese. Todos me pueden conocer por mis fotos y anécdotas, pero todo eso me relega a la soledad de mi habitación, me ensimisma infructuosamente en el anonimato general que nos aleja de la convivencia genuinamente humana.

4.- Es la época del relativismo extremo que niega toda ética universal y que profesa un ateísmo sea consciente e inconsciente en el que al negarse la otredad se niega también el significado, el sentido a la propia existencia.

5.- La velocidad extrema con la que se vive y que quiere ver bello todo lo que venga mañana, en que el hombre se siente desbordado por tanta oferta y no sabe cómo acomodar ese exceso de información que lo agobia.

           

            El catálogo de las características de tantos y tantos que viven inhumanamente, creo yo que tipifica al verdadero DISCAPACITADO: el humano que ha perdido la brújula de la fraternidad; que no quiere, o no puede, vivir reconociendo al otro como su prójimo.

            La pregunta es ¿Qué hacer para invitar a estos discapacitados a recuperar la fraternidad humana, el reconocimiento de la dignidad del otro y a ser congruentes con sus propias e irrenunciables aspiraciones de fondo que no pueden ser otras que la justicia y el amor?

 

 

Publicado en enero/2013.

En memoria del Lic. Javier Prieto Aceves (QEPD) seguimos presentando editoriales que firmó como Lic. Vidriera y que aquí se publicaron durante más de 24 años. Son reflexiones intemporales.

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