El pasado 1º. de diciembre, nos tocó escuchar en la voz cálida y tranquila a la periodista nacida en Guanajuato, pero con muchas décadas de vivir en CDMX. Impactante su mensaje de despedida, suponíamos que por un breve tiempo y aun así nos entristeció. A continuación citamos completo lo dicho en su programa Conversando.
“Es duro lo que voy a hacer, pero debo hacerlo. Por razones de salud. Graves razones de salud, tengo que suspender, al menos momentáneamente”. Era su último programa. Lo cerró distinto: “No voy a decir como siempre… nos vemos el próximo viernes para seguir Conversando… pero sí voy a decir: estaremos junto siempre”.
En ese diciembre, 20 días después…moría. Cristina Pacheco, nuestra Cristina Pacheco que nos entregó por varias décadas su forma tan personal de hacer periodismo, que se ganó el cariño y el respeto de todos los que tuvimos la oportunidad de conocer y apreciar su trabajo, se iba para siempre. A reunirse con su inolvidable esposo José Emilio Pacheco, un grande de la literatura.
Con sólidos estudios de Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la nacida en San Felipe, Guanajuato y que llegó a la entonces ciudad de México para realizar su carrera en la más importante Universidad de nuestra patria, se fogueo haciendo entrevistas, reportajes, columnas en periódicos como La Jornada, Novedades, Excelsior y El Universal, entre otros.
Su llegada a Canal 11 fue para colaborar con Juan de la Cabada en una sección de Literatura “Así fue la semana” y en la serie de entrevistas junto con el escritor en la sección “De todos modos, Juan te llamas”. También estuvo en Radio Fórmula, XEW, Radio Capital, Canal 13 (hoy TV Azteca) hasta su llegada a Canal 11 de donde no salió, hasta que la enfermedad, la obligó.
En 1978 inició su programa Aquí nos tocó vivir y a partir de 1997 inició el Programa Conversando con Cristina Pacheco. En ambos hasta el día de su despedida. Ella inició su trabajo en las calles de México, como un recurso para suplir la falta de foro, cierto día. Pidió a su camarógrafo que la siguiera y se acercó a la gente común como el panadero, el artesano, la señora que lleva a sus hijos a la escuela, el cilindrero, etc.
Cristina llegaba, su forma cálida y respetuosa merecía la atención del interlocutor. Con atención y paciencia, escuchaba las respuestas. Nunca interrumpía ni presumía de saber más que el entrevistado (como ahora acostumbran muchas de las llamadas “vacas sagradas”). Miraba de frente al entrevistado, nunca se distraía de la persona. Eso daba confianza a la gente sencilla e importante para vastos sectores.
Cristina tuvo la inteligencia y sensibilidad para hacernos llegar vidas comunes, en voces de sus protagonistas que los convertía en seres muy especiales. Por eso el programa Aquí nos tocó vivir fue tan entrañable para tanta gente que lo atendió por décadas. Vale la pena recordar otro fragmento de la despedida de la periodista y literata, que ratifican su visión y agradecimiento, hacia sus invitados y compañeros de trabajo:
“Quiero agradecerles su presencia, su constancia, su apoyo, su solidaridad en este programa, a lo largo de tantos años. Han sido para mí, presencias vivas, mágicas. Son para mí, seres queridísimos que forman parte de una familia, lo mismo que mis compañeros, a quienes quiero agradecer, su apoyo, su solidaridad. Han estado conmigo en momentos muy difíciles… como este”.
Por supuesto que a lo largo de su carrera, Cristina Pacheco recibió innumerables premios y distinciones: el Nacional de Periodismo en 1985, el Manuel Buendía en 1992. Y todavía tuvo tiempo para escribir algunos libros, con éxito entre los lectores: “Aquí nos tocó Vivir”, “Sopita de Fideos”, “Cuarto de Azotea”, “La última noche del Tigre”, entre otros.
A esta profesional de la palabra hablada y escrita, le sobreviven sus dos hijas: Cecilia y Laura Emilia Pacheco. Y por supuesto miles (¿o millones?) de televidentes que disfrutamos de su trabajo que por fortuna, nos entregó por varias décadas. Usted puede disfrutar algunos por YOU TUBE. (lep)
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