top of page
red social

ALEJANDRO YÑIGO SOTO


(16 de septiembre de 1931, Ciudad de México – † 31 de enero de 2023, Tijuana)

UNA VIDA EXTRAORDINARIA DEDICADA AL SERVICIO


LIC.T.S. INES FAVELA HERNÁNDEZ


EGRESADA DE LA ESC. DE T.S. DE TIJUANA


Alejandro Yñigo Soto nació en el Distrito Federal y siendo muy pequeño, de 4 o quizá 5 años sus padres lo trajeron a Tijuana; fue hijo único de este matrimonio. Su padre era un própero empresario del ramo hotelero y así como gasolinero, con bienes inmuebles en diferentes puntos de la ciudad. Su madre falleció cuando el tenía 21 años, evento del que le fue difícil sobreponerse.

El maestro Yñigo fue un auténtico humanista, músico, compositor, organizador y mecenas de eventos culturales, filántropo, fundador de importantes organismos sociales, pionero del trabajo social en B.C., activista social, precursor de relaciones binacionales (entre personas y profesionistas de México y EUA) especialmente enfocadas a la asistencia social, promotor de leyes, asi como fundador, patrocinador, académico y directivo de la Escuela de Trabajo Social de Tijuana. Ser humano extraordinario del que debemos conocer su trayectoria de vida y reconocer el gran legado que nos deja.


Fue una persona humilde, noble, generosa, perseverante, sensible, valiente, congruente, pacifista, alegre, respetuosa, cordial, incansable, sacrificada, y sobre todo con un gran amor por cualquier manifestación de vida.

Muy temprano mostró que el no tenía interés en el mundo de los negocios, pues su gran pasión fue la música y su vocación el servicio al prójimo. Hizo estudios de composición musical en EUA y posteriormente estudió la Licenciatura en Trabajo Social en San Diego State University, y la Maestría en la Universidad del Sur de California, en Los Angeles. En EUA establece relaciones de mucho afecto, de hermandad con colegas Trabajadores Sociales y personas afines a sus causas, que posteriormente le brindarían su apoyo moral o en especie, a las diferentes obras sociales que emprende.

Según comenta Omar Yñigo, su padre si bien no era religioso en el sentido estricto de la palabra, si se inspiraba en grandes personajes como Gandhi, Jesucristo, la Madre Teresa de Calcuta y Martin Luther King.

El maestro Yñigo fue un hombre muy activo y generoso, preocupado por el bienestar de cualquier ser humano vulnerable y también de los animales, a lo largo de su vida realizó infinidad de obras sociales ya sea en solitario o como parte de las organizaciones sociales que fundó.

Fundó el Centro de Capacitacion para Invidentes (CCI), que inicia su funcionamiento el 28 de marzo de 1961 y se localiza en el Fraccionamiento La Escondida, en La Mesa, a unas cuadras de la Escuela Primaria 20 de Noviembre, que posteriormente dejó a cargo de un Comité Directivo; esta escuela actualmente sigue funcionando y básicamente tiene el objetivo de dotar de herramientas para que las personas con discapacidad visual sean lo más autónomas posibles, para lo cual se brindan diferentes cursos como braille, uso de bastón, cocina, entre otros.

Alejandro Yñigo motivado por su gran amor a la música y a la vez considerando la sensibilidad y el potencial de los niños invidentes, donó un piano que el tenía para que los pequeños alumnos aprendieran a tocar. Tristemente años después que realizó una visita a la escuela, el piano se encontraba abandonado en un rincón.



Entregó el Centro de Capacitación para Invidentes al Club de Leones de La Mesa, con la visión de asegurar su funcionamiento por muchos años.

También fue el responsable de fundar en abril de 1967 el Centro de Rehabilitación Auditivo Oral (CRAO) A.C., escuela para niños con discapacidad auditiva, pionera en la ciudad de Tijuana en brindar atención a este tipo de población, en los niveles de intervención temprana, preescolar y primaria. El maestro Yñigo trajo a una maestra de San Diego, experta en lengua de señas para dirigir este proyecto. Se queda a cargo de esta obra el Doctor Pedro Cervantes Ochoa (cirujano), como Presidente del Patronato de CRAO, quien tenía una hija con hipoacusia.

El CRAO, se integró a la Secretaría de Educación Pública en 1978, la cual se encargó de proporcionar la planta de maestros y los recursos necesarios para el funcionamiento del Centro. Veinte años después, en 1998 este centro se transformó en el CAM “Hellen Keller”, que aún sigue funcionando en la Avenida Ermita Norte, en La Mesa, con atención prioritaria a niñas, niños y adolescentes con discapacidad auditiva.

Alejandro Yñigo no podía descansar si había una criatura que estuviese padeciendo algún tipo de sufrimiento, por ello entregó la mayor parte de su vida al servicio. Otra actividad que por años realizó fue acudir al Basurero Municipal, a llevar despensas para las personas que trabajaban ahí. Tuvo también muchos “protegidos” personas en condición de calle y personas con problemas mentales que apoyaba de diferentes formas. Acostumbraba también llevar despensas a colonias marginadas y remotas, y si sabía que esas familias tenían perros, llevaba comida para sus mascotas.

Su padre tuvo el Motel Turf situado enfrente del Hospital Del Prado, cerca de donde hoy se localiza Plaza Galerías, el cual Alejandro convirtió en un refugio de perros de la calle, pero también le daba cabida a personas sin hogar, que lo ayudaban a atender a los animalitos.

Posteriormente compró un gran terreno camino a Tecate, lo cercó y lo acondicionó como refugio, en donde llegó a tener hasta 200 perros. El iba personalmente a cuidar, limpiar y alimentar a los animales, era una labor sumamente pesada.



Para alimentar a sus perros, hacía recorrido por restaurantes de la ciudad que le daban los desperdicios de la comida del día, los cuales cargaba en botes muy grandes y en EUA tenía amigos y agrupaciones afines que le donaban costales de croquetas; todo esto le representaba un gran esfuerzo físico, que terminó cobrando factura en su salud, pues en 3 ocasiones tuvo cirugías de hernia por cargar cosas pesadas, la última vez estaba cercano a los 70 años y fue sumamente riesgoso para él.

Alejandro acudía al Centro Antirrábico, o “perrera” como popularmente se le conocía, y pedía a sus empleados que no sacrificaran a los perritos, y a cambio él ofrecía salvarlos, llevándolos a su refugio. El personal del centro le cerraba la puerta, e incluso le prohibía la entrada; pero Alejandro iba a la media noche, se brincaba la barda, le deba de comer a los perritos, se quedaba hasta ver que se acabaran las croquetas, para que no quedara evidencia de su “visita” y no pudieran hacer cargos en su contra. De forma contradictoria, cuando ciudadanos llamaban al Centro Antirrábico a hacer la denuncia de algún perro que se encontraba abandonado o maltratado, les daban el teléfono de la casa del Maestro Yñigo para le llamaran, y el acudiera a rescatar a estos animalitos.

El recogía a los perritos de la calle que se encontraba o bien, acudía a los domicilios donde le señalaban que había animalitos en malas condiciones, se los llevaba un tiempo a su refugio, y una vez que se encontraban sanos y aptos para ello, los entregaba en adopción. Durante mucho tiempo hizo “Campañas de Adopción de Mascotas” los domingos, en el Parque Teniente Guerrero que se encuentra en el centro de la ciudad, y al que acudían las familias a pasar su día de descanso y los chiquitos tenian la oportunidad de ir a escoger una mascota para llevársela a casa.


Preocupado por el bienestar animal, otra de sus formas de activismo social fue acudir al rastro municipal, hablando con sus directivos para solicitar que se encontrara un método de sacrificio más humano, pues sabía que era imposible que se dejara de consumir carne; esa fue su “lucha inconclusa”.

Estuvo muy interesado en la Ley de Protección de los Derechos Animales, la cual ya existe en Baja California, lo que buscaba era hacerla valer y que se cumplieran todos sus preceptos.

Movido por el gran amor a los animales, fundó la Asociación Pro derechos de los Animales (APRODEA) y fue su Presidente por muchos años; esta asociación aún sigue funcionando, brindando atención a la salud de los animalitos, por medio de consultas, vacunas y esterilización, y cuidando a los que no tienen dueño.

El maestro Yñigo fue un hombre que compartía sus preocupaciones, buscando crear conciencia sobre la necesidad de “ser mas humanos” y apoyar a quien está necesitado, indefenso o vulnerable. Para ello participaba frecuentemente en televisión y radio, en esta última llegó a ser conocido por sus continuas llamadas a programas de tribuna, como el de Lino Ortiz o Radio Enciso; solía hablar muy bien, pero lo más importante es que no solo hablaba, el actuaba en consecuencia, y eso es lo que más trabajo cuesta, ser congruentes entre las preocupaciones que expresamos y nuestras acciones cotidianas.

Ademas del uso de los medios de comunicación, Alejandro Yñigo buscaba aliados, personas clave que tenian cierto liderazgo o responsabilidad pública, y que podían convertirse en voceros de ciertos temas, o influir en la generación de leyes o políticas públicas, y en los servicos de dependencias o instituciones de gobierno. Cuando tenía una edad avanzada y fisicamente le era dificil desplazarse, continuaba con muchas inquietudes, por lo que pedía a su esposa e hijos, que buscaran a determinado diputado o funcionario, y le llevaran una carta o le pidieran apoyo para sus causas.

Otra de las formas de activismo social, fue a través de las manifestaciones públicas, con el fin de pedir que se acabaran las corridas de toros y el sufrimiento que estas ocasionaban, para lo cual acudía a la Plaza Monumental o al Toreo de Tijuana, justo cuando estaban por iniciar las “corridas”, mostrando las mantas que el mismo mandaba a hacer, con mensajes alusivos. Generalmente iba acompañado por 2 o 3 personas, que de manera digna y pacífica se manifestaban, y tenían el valor de enfrentar los insultos que frecuentemente les dirigian los aficionados.


Por años acudió a Tecate, muchas veces junto con su familia, a manifestarse en contra de la Pamplonada, son encierros en el que se “sueltan” varios toros y las personas van corriendo por delante, evento en el que los toros son lastimados de diferentes formas, les avientan cosas, los asustan, etc. El maestro Yñigo estaba totalmente en contra de que la tortura se viera como una fiesta, y el pensaba que las personas acudian por su voluntad, pero los toros eran forzados a estar ahí. Por ello, se presentaba en la Pamplonada con la intención de disuadir a los organizadores de que se maltratara a los animales.

Otro asunto que le mortificaba y lo llegó a comentar con colegas Trabajadores Sociales, eran las detenciones arbitrarias de la policía de individuos solo por su apariencia y no presentar una identificacion oficial; indignado decía que eso era injusto e legal. En múltiples ocasiones tuvo que ir a sacar de “la 8” (carcel municipal) a un colaborador cercano, que no contaba con documentos de identificación.

Finalmente una de sus obras mas relevantes fue la fundación de la Escuela de Trabajo Social de Tijuana, para lo cual contó con el decidido apoyo de su padre, Sr. Alejandro Yñigo Jauregui, en esa época, dirigente regional de los propietarios de expendios de gasolina, quien le regaló el terreno y patrocinó su construcción; el Maestro Yñigo de manera personal dirigió la obra de construcción.

La Escuela inició su funcionamiento en septiembre de 1970, con base en los planes y programas de estudio de la UNAM, funcionando inicialmente dentro del Jardín de Niños “Juan Escutia” localizado en el centro de la ciudad, en tanto se continuaba con la construcción. El edificio propio fue inaugurada el 16 de agosto de 1972, por el Gobernador del Estado Lic. Milton Castellanos Everardo, acompañado del Alcalde Profesor Marco Antonio Bolaños Cacho y otros funcionarios.

Esta fue la primera escuela a nivel Licenciatura en el Noroeste de México, ya que la escuela más próxima se localizaba en la ciudad de Hermosillo, Sonora y tenía nivel técnico.

Alejandro Yñigo fue un personaje clave, ya que fue impulsor, gestor, donante, maestro, Director y Patrono de la Escuela de Trabajo Social, como el gran visionario que fué, con esta obra abrió la posibilidad de que cientos de jovenes de la región, con vocación de servicio, pudieran formarse profesionalmente. A la fecha han egresado 41 generaciones, con casi 500 Licenciados en Trabajo Social, que se encuentran ubicados laboralmente en diversas instituciones públicas y privadas en el Estado. Asi pues Alejandro Yñigo influiyó positivamente en la vida académica y laboral de cientos de jóvenes, y de trascender a traves de ellos. Una egresada de esta escuela, la Licenciada T.S. Rocio González Corona es quien actualmente tiene el liderazgo de la escuela, al ejercer como Directora.

Alejandro Yñigo hizo una labor desinteresada, nunca buscó el lucro, ni siguió los estandares que mueven al mundo. Era terco, perseverante, idealista, y una característica muy admirable es que nunca aceptaba un no como respuesta, para el no había imposibles, aunque fuera una causa perdida siempre seguía adelante. Quizá por eso logró consolidar tantas obras y trascender a través de la vida de cientos de Trabajadores Sociales que han seguido sus pasos, soñando con un mundo mejor para todos, que pasan a la acción como profesionistas comprometidos, como investigadores, concientizadores, gestores, organizadores, mediadores, promotores; personas que tienden puentes de entendimiento y acción conjunta ante situaciones de injusticia social.

Otra faceta del Maestro Yñigo es que amaba la música y realizó estudios en Composición Musical en EUA, le gustaba mucho tocar piano, componía y y también le gustaba musicalizar poemas. Su familia se dió a la tarea de compilar las partituras de sus temas, que esperamos pronto se den a conocer. Otro de sus grandes proyectos fue organizar conciertos privados gratuitos, con músicos tijuanenses; llevaba a los artistas a ensayar a su casa, conseguia los escenarios y organizaba toda la logística de los eventos.

Algunos de los conciertos más recordados fueron en la Casa de la Cultura, Cumbres de Juárez y en la Alianza Francesa, a los cuales invitaba a pianistas y cantantes. El gran tenor de Tijuana Marco Antonio Labastida, que por cierto grabó una de las piezas del maestro Yñigo, no podía faltar a estos bellos y emotivos recitales.

Alejandro Yñigo Soto recibió a lo largo de su vida diversos reconocimientos, entre los que podemos mencionar el de Club Kiwanis organismo internacional que lo nombró “Hombre del Año”, el Colegio de Trabajadores Sociales de Baja California reconociéndolo como precursor del Trabajo Social en Tijuana, Red Social que lo nominó por su labor humanitaria y finalmente los Abogados Animalistas de México, que en 2022 le entregaron un reconocimiento por su labor en defensa de los derechos animales. Sin duda el maestro Yñigo allanó el camino para muchas personas esten comprometidas actualmente en la defensa de los derechos de los más vulnerables.




ARTÍCULO REALIZADO A PARTIR DE LA ENTREVISTA AL MTRO. OMAR YÑIGO EL JUEVES 23 DE FEBRERO DE 2023.



Comments


bottom of page